Maddie Bradshaw es una niña de 13 años de edad, que estudia y juega como todos los niños, pero que tiene una pasión especial por el arte. Maddie quería decorar su casillero de la escuela, pero no encontraba diseños de su agrado y se le ocurrió una idea. Cogió una chapa de botella usada, dibujó el retrato abstracto de Albert Einstein en su interior, lo fijo con un imán y lo rellenó con resina. Los diseños que elaboró Maddie resultaron ser un éxito en su escuela y a sus compañeros le parecieron fantásticos, tanto que le solicitaron realizar más chapitas decorativas.
Diseñó chapitas de “Cumpleaños “para su hermana y para sus amigos. Se le ocurrió que los chapitas decoradas también podrían ser útiles para elaborar joyería para niñas.
Tomó un hilo y empezó a elaborar collares, pulseras y adornos intercambiables por medio de un imán.Maddie dice: “Sólo un niño puede saber lo que le gusta a un niño”, En una tienda de su localidad las ofreció para que las vendiesen , donde rápidamente se agotaron en menos de 2 horas: por lo tanto le solicitaron a la niña, de 10 años en aquel entonces, que elaborara más chapitas para todas las sucursales de la tienda.
Hoy, los diseños de Maddie se distribuyen en cientos de almacenes de los Estados Unidos, Canadá, Inglaterra y las Bahamas. Vende más de 50,000 collares y chapas al mes. Su hermana menor, de 9 años, le ayuda en los diseños y a pintar algunas de las chapas de botellas, y es quien mejor aconseja a Maddie en los gustos de los niños de su edad.
El producto que fue creado casualmente por Maddie se ha convertido en una empresa que obtuvo 1.600.000 dólares de beneficio al año, superando esta suma este mismo año. Actualmente la empresa tiene 25 personas trabajando para ella y los diseños se han ampliado a chapas decoradas para corbatas, prendedores del cabello, y cuadernos.
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